Cada parcela de Albariño es cosechada en diferentes momentos de maduración, obteniendo vinos diferentes de un mismo viñedo. Cosechada temprano, logramos obtener el lado más cítrico y floral, mientras que dos semanas más tarde conseguimos aromas a frutas como melón y durazno. El perfil mineral se logra en ambas instancias y tiene diferencias entre los distintos viñedos.
En la bodega, usamos diferentes técnicas de prensado y maceración en función de la riqueza aromática de las pieles. Luego de terminadas las fermentaciones alcohólicas de cada microparcela, definimos el corte y lo guardamos en un tanque con agitación de borras durante algunos meses. Todo esto favorece la estabilidad del vino en el tiempo, logrando mantener esa intensidad aromática tan característica de los Albariños frescos.